Características
La sociedad hispanoamericana se
caracterizó por la diversidad de tipos humanos que la conformaron: blancos,
indios, negros y resultado de las diferentes uniones. La sociedad fue relativamente abierta durante la
conquista, pero se fue cerrando paulatinamente con la colonización hasta
convertirse en una organización rígidamente jerarquizada.
Se basó en la riqueza, en el
poder político, el lugar de nacimiento, y también en el color de la piel, la llamada
"pigmentocracia".
Tuvo una organización piramidal,
en cuyo vértice se ubicó la aristocracia blanca española y en la base la
mayoría de la población, formada por indios, negros y mestizos. De acuerdo con
la condición legal, la estructura social tendría el siguiente ordenamiento:
blanco peninsular, criollo (hijo de español nacido en América), indio, mestizo
(producto de la unión de blanco e indio), negro libre, mulato (hijo de blanco y
negro), zambo (descendiente de negro e indio) y negro esclavo.
A pesar de esto, los grupos
sociales se unieron entre sí y el mestizaje fue la realidad social de América.
El blanco
La inmigración del blanco comenzó
inmediatamente después de la conquista y fue controlada por la Corona a través
de la Casa de Contratación. Se prohibía la entrada a América a judíos,
musulmanes, herejes, vagabundos y revoltosos.
El número total de españoles en
América hacia fines del siglo XVIII era de 150.000 aproximadamente,
predominantemente masculino. Los blancos, formaban un grupo privilegiado, pero
no homogéneo. Algunos blancos peninsulares ocupaban los altos cargos en el
gobierno, en el ejército y en la Iglesia y representaban a las firmas
comerciales más importantes de Sevilla y Cádiz para el comercio de exportación
e importación. Muchos criollos eran grandes propietarios de tierras y tenían la
concesión de la explotación de las minas. En algunas regiones, poseían títulos
nobiliarios y formaban un grupo dirigente, llamado patriciado.
El indio
La primera actitud de los
españoles frente al indio fue someterlos a la esclavitud. El propio Colón
condujo indios esclavos a España. Quizás, por motivos morales, la esclavitud
fue prohibida reiteradas veces, aunque se admitió que fueran esclavizados los
indios cautivos en " justa guerra", es decir, cuando se negaban a ser
súbditos del Rey o a convertirse a la fe católica.
En 1542, las "Leyes
Nuevas" establecieron la definitiva situación legal del indio.
Se le consideró súbdito libre de
la Corona de Castilla, en pie de igualdad con el español, pero, usando como
pretexto el "atraso cultural" y "desorientación
espiritual", fueron considerados como menores de edad, incapaces de
valerse por sí mismos, y por lo tanto, sometidos a tutela. Las "Leyes
Nuevas" también proclamaron que nadie en lo sucesivo podía esclavizar a
los indios, ni adquirirlos por compra. A pesar de esto, la práctica subsistió,
especialmente en los territorios fronterizos.
La encomienda
En 1503, la Corona española aprobó la encomienda como forma de tutela y trabajo forzoso de los indígenas.
A través de este sistema, un particular, el encomendero, recibía de la Corona un grupo de familias indígenas a quienes debía proteger, entregarles una parcela para su subsistencia y cristianizar; a cambio de ello, recibía el trabajo gratuito de los indígenas y tributos en dinero o en especies: maíz, animales, tejidos. Ante la Corona, el encomendero debía responder con el pago de impuestos y servicio militar. El afán de poder, y la autonomía que gozaba el encomendero, llevaron a la Corona a intentar sustituirla por el corregimiento.
El corregimiento
El corregimiento era un pueblo
indígena dirigido por un funcionario del Estado, donde no podían ingresar
blancos, ni negros. En cada corregimiento, además de la tierra que era de
propiedad común, había obrajes (talleres textiles). Parte de lo que se producía
se volcaba en una caja de "ayuda social". Pero el corregidor se
apropiaba siempre de ella, obligando también al indígena a comprar productos
innecesarios y a precios abusivos. De esta forma el indio vivía en deuda
permanente con el corregidor.
Las misiones
Las misiones fueron pueblos de
indios sometidos a la tutela de la Iglesia, a través de órdenes religiosas.
Las primeras órdenes
religiosas que organizaron misiones fueron las de los franciscanos, dominicos y
agustinos, y a fines del siglo XVI se le sumaron los jesuitas.
Las misiones jesuíticas
Los jesuitas perfeccionaron este
sistema y se destacaron en su labor con los guaraníes. Las misiones jesuíticas
llegaron a albergar de dos a cuatro mil guaraníes. Estos mantenían sus propias
autoridades, los caciques, que compartían el poder con el Cabildo, integrado
también por indígenas. Pero el verdadero gobierno estaba en manos de los
jesuitas, a través de la autoridad espiritual, que ejercían sobre ellos. Se
mantuvo la organización comunitaria de la vida guaraní.
La tierra de producción era de
explotación colectiva (tupambae), en la que cada indio debía trabajar de dos a
tres días por semana. El producto de la cosecha obtenido por el trabajo comunal
se almacenaba en graneros y servía para el pago del tributo real, el
mantenimiento de la Iglesia y de sus instituciones y el cuidado de huérfanos, viudas
e imposibilitados de trabajar. Los excedentes se empleaban para comerciar.
Cada familia tenía para su
subsistencia, una pequeña chacra integrada por casa, jardín y huerto, (abambae)
en usufructo, no en propiedad. La base de la producción era la agricultura,
destacándose el cultivo del tabaco, el algodón y la yerba. También criaban
animales, para su alimentación. Era una economía de autoabastecimiento. La tarea
de los misioneros no se limitó solamente, a la producción económica sino que
realizaron una tarea de educación integral que comprendía además de los
oficios, la enseñanza de la lectura y la escritura. Desarrollaron el gusto por
la música, crearon las primeras imprentas de la región, publicándose
diccionarios castellano-guaraní, así como obras de los propios indígenas.
Los jesuitas enseñaron oficios
básicos y crearon empresas artesanales; gran parte del trabajo de éstas se
hacía para la ornamentación de las Iglesias, como el tallado en madera, el
labrado de la piedra, en la que el indígena expresó sus tradiciones y gustos.
También trabajaron como picapedreros, ladrilleros, ceramistas, carpinteros,
herreros, tejedores, albañiles y molineros, para cubrir sus necesidades.
El trabajo del indio
La legislación laboral
española fue muy avanzada para su época: estableció horarios de trabajo,
impidió el trabajo de los menores de 18 años, fijó los salarios, defendió la
salud de los trabajadores y ordenó la asistencia en caso de accidente.
Sin embargo, en la práctica no se
aplicó.
La mita
La mita era una institución de
origen incaico, que consistía en un sistema de trabajo obligatorio, rotativo,
asalariado y al que se llegaba por sorteo. La mita se empleó preferentemente
para el trabajo en las minas, fortificaciones, ingenios azucareros, obrajes y
obras públicas en general. La mita minera donde el trabajo era más duro,
duraba, en teoría, cuatro meses.
Los indios debían recibir un pago
diario o semanal. También se les debía pagar el viaje desde su lugar de
residencia, proporcionarles casa, comida, servicios religiosos, y asistencia
médica. Los domingos y feriados no se trabajaba, la jornada de labor duraba
entre 7 y 8 horas por día. La realidad era muy diferente. Los amos de las minas
no pagaban los costos del viaje realizado y siempre había pretextos para
descontar de los salarios. Los trabajadores permanecían dentro de las minas
cinco días con sus noches. La ventilación y el desagüe deficiente de las galerías
hacían al trabajo aún más insalubre y los indígenas, morían en gran cantidad,
por las penurias, los malos tratos y las privaciones. Los salarios eran
insuficientes, y se veían obligados a comprar en el almacén del dueño de la
mina a precios abusivos, por lo que se endeudaba y quedaba sometido a su
voluntad, transformando su situación en una verdadera servidumbre.
La mita fue abolida recién en
1812 por las Cortes de Cádiz.
Los maltratos sufridos por el
indígena según la obra de Guamán Poma de Ayala, siglo XVI: "Los indios que
van a Potosí y sus ingenios salen de su patria con bastante desconsuelo pues
saben que contraen en aquellos lugares el accidente del asma, del que mueren a
los pocos meses. El día de su partida es muy triste: se presentan estas víctimas
de la obediencia delante del cura que los espera en la puerta de la Iglesia con
la cruz alta (...) y dice la oración acostumbrada y una misa que ellos pagan
para obtener de Dios el buen éxito de su viaje. Luego salen a la plaza
acompañados de sus padres, parientes y amigos, y abrazándose mutuamente con
muchas lágrimas y sollozos se despiden, y seguidos de sus hijos y mujeres,
toman su derrota ocupados del dolor y abatimiento". "Mercurio
Peruano" 1792.
El negro o esclavo africano
El negro, proveniente de África,
fue introducido de manera forzada en América, para complementar la mano de obra
indígena y aumentar la producción.
La esclavitud
El número de esclavos aumentó a
medida que se intensificaba la explotación de los recursos naturales,
especialmente minas y plantaciones. La economía de plantación atrajo la mayor
cantidad de mano de obra negra, donde se cultivaba la caña de azúcar, tabaco y
algodón. En la minería, el negro tuvo un trabajo más bien transitorio. También
se empleó en el servicio doméstico, en diversas ramas de la artesanía, así como
pescadores de perlas en el Caribe.
En general, las condiciones de
trabajo del esclavo eran especialmente duras. Sometidos a controles muy
rigurosos y con una alimentación insuficiente, el promedio de vida era de 28 años.
A diferencia de la esclavitud antigua, el negro en la América hispánica tuvo
algunos derechos: a la vida, al nombre, a ser bautizado, al matrimonio dentro
de su grupo, a tener ahorros. Pero, en general, estas disposiciones no se
cumplían. También podían comprar su libertad o ser manumitido, es decir,
liberado por su amo. Un esclavo que obtenía la libertad se convertía en
liberto. Pero poseía casi las mismas restricciones que los esclavos. Se calcula
que el número de esclavos introducidos entre el siglo XVI y finales del siglo
XIX fue de 15 a 20 millones. Teniendo en cuenta la mortalidad en el viaje, y
los que morían en la expedición de caza, se puede considerar que hubo una
sangría de 30 a 40 millones de individuos entre los pobladores del oeste de África.
Los negreros preferían los negros
sudaneses o bantúes pues los consideraban los más resistentes para el trabajo
forzado.
Los comerciantes europeos se
acercaban a las costas africanas y procedían a la caza de negros: asaltaban
aldeas o los compraban a los caciques. El viaje a América era un calvario. Los
negros viajaban amontonados en las bodegas de los barcos. Iban desnudos,
encadenados, hacinados, con falta de higiene y de alimentación suficiente. El
viaje duraba entre 35 y 40 días, y se calcula que en 25 años murieron en las
travesías, 400.000 negros, de los 600.000 que habían emprendido el viaje. Desembarcados,
eran depositados en barracas, se les marcaba con un hierro al rojo como si
fueran animales y luego de clasificados según sus características físicas, se
procedía a su venta. Al comienzo, los esclavos eran introducidos por el sistema
de licencias, o sea, permisos otorgados por la Corona española a cualquier
particular a un costo de 30 ducados por esclavo. Posteriormente, se otorgaron
los llamados "asientos", es decir, contratos entre el soberano
español y un particular o un país, por los cuales se entregaban verdaderos
monopolios, por un tiempo determinado. Uno de los proveedores más importante
fue Inglaterra.
El mestizo
Actualmente la mayoría de la
población de Latinoamérica es mestiza. Predomina en México, Bolivia Perú y
Brasil.
El mestizaje se inició en el
momento de la conquista debido a la formación de parejas entre hombres blancos
y mujeres indias, porque la presencia de mujeres blancas fue muy escasa, como
ya vimos. Cuando se introdujeron negros en América, también se mezclaron con
los grupos preexistentes, dando lugar a una enorme variedad de tipos físicos y
una igual variedad de nombres para los distintos cruzamientos. Se reserva el nombre
de mestizos para los hijos de blancos e indios.
La legislación permitía el
casamiento mixto pero la mayor parte de los españoles consideró vergonzoso
casarse con una india aun cuando fuera su concubina. Excepcionalmente se
realizaron esas uniones con miembros de la aristocracia indígena. A medida que
llegaban las mujeres blancas desde Europa, la situación cambió: los blancos
prefirieron los matrimonios con ellas. Los mestizos fueron cada vez más
producto de uniones ilegítimas: el color de la piel fue asociado a su condición
social.
Mulatos y zambos
Los mulatos eran fruto de la
unión de blancos y negros. La esclavitud se transmitía por línea materna, de
modo que los hijos de mujeres negras nacían esclavos. El cruzamiento de indio y
negro dio origen al zambo. Ambos grupos debían pagar tributo, estaban obligados
a trabajos forzados, carecían de protección, tenían restricciones en la manera
de vestir, no tenían libertad de movimientos y no podían portar armas.
Bibliografía consultada:
- Abadie, S; et al; Historia 2ºc.b. Europa, América y Uruguay entre los siglos XVI y XIX. Ed Monteverde.
- CD “Colección Historia Digital. La Historia, saber en construcción, 2º año.”.